Un poco de miedo nos protege del peligro, pero demasiado puede causar serias molestias psicológicas y, en algunos casos, problemas de salud mental. Una nueva investigación descubre el circuito cerebral involucrado en el procesamiento del miedo, que eventualmente podría conducir a nuevas opciones de tratamiento para las personas con trastornos de salud mental. Desde una perspectiva evolutiva, el miedo y la ansiedad son bastante útiles. Estas emociones profundamente arraigadas solían proteger a nuestros ancestros de los depredadores, y en nuestros tiempos, la respuesta de “lucha o huida” aún es una reacción saludable ante situaciones peligrosas.
Cuando el miedo es proporcional al peligro que una persona enfrenta, es una respuesta normal y adaptativa. Sin embargo, algunos de nosotros tenemos reacciones exageradas a situaciones estresantes. Como explica el Instituto Nacional de Salud Mental, cuando la respuesta al miedo es desproporcionada o dura mucho más de lo que normalmente se espera de la situación pero al punto donde interfiere con el bienestar de una persona y su funcionamiento diario, se le clasifica como un trastorno de ansiedad. Los trastornos de ansiedad incluyen una amplia variedad de condiciones que afectan a un 18 por ciento de la población adulta en Estados Unidos.
Debido a que compartimos parte de la estructura cerebral con nuestros mamíferos compañeros y tenemos una respuesta similar al miedo, estudiar modelos animales ha proporcionado a los científicos una visión importante de la base neurocientífica para el procesamiento del miedo. Hasta ahora, los estudios en animales han mostrado que la amígdala es un jugador clave en el procesamiento del miedo, y que el hipocampo también juega un papel significativo en la formación de recuerdos de eventos emocionales.
Sin embargo, los investigadores de la Universidad de California-Irvine (UCI) creen que esta investigación no ha investigado lo suficiente cómo interactúan estas dos regiones en presencia de un estímulo temeroso. Es por eso que los científicos, liderados por el Dr. Jack Lin, profesor de neurología en UCI, se propusieron examinar las vías neuronales involucradas en el procesamiento del miedo y la ansiedad en humanos. Los hallazgos fueron publicados en la revista Nature Communications.
Los investigadores insertaron quirúrgicamente electrodos en la amígdala y el hipocampo de nueve participantes, quienes fueron elegidos para ver escenas de películas de horror. La amígdala es una región en forma de almendra en el cerebro, situada junto al hipotálamo, que actúa como el centro principal para el procesamiento de emociones, comportamiento emocional y motivación. La amígdala, junto con el hipotálamo y el hipocampo, forman el sistema límbico del cerebro, que se ocupa de la memoria y las emociones.
Los participantes del estudio tenían una forma de epilepsia resistente a la medicación. La colocación del electrodo se realizó como parte de la evaluación clínica de su actividad convulsiva, y los autores aseguran a los lectores que los electrodos fueron implantados únicamente de acuerdo con las necesidades clínicas de los pacientes.
Lin y su equipo registraron la actividad neuronal de los participantes. Como explica Jie Zheng, la primera autora del estudio, “los electrodos cerebrales profundos capturan neuronas disparando milésima de segundo por milésima de segundo, revelando en tiempo real cómo el cerebro atiende a estímulos temerosos”.
Los investigadores descubrieron que la amígdala y el hipocampo intercambian señales directamente cuando un individuo reconoce estímulos emocionales. El primer autor Zheng explica los hallazgos con más detalle:
“Las neuronas en la amígdala dispararon 120 milisegundos antes que el hipocampo”, dice el autor. “Es verdaderamente notable que podamos medir la dinámica cerebral con tal precisión. Además, el patrón de tráfico entre las dos regiones cerebrales está controlado por la emoción de la película. Un flujo unidireccional de información de la amígdala al hipocampo sólo ocurrió cuando la gente estaba viendo clips de películas temerosas, pero no mientras veía escenas pacíficas”.
El autor principal, Lin, dice que el estudio proporciona “evidencia directa de que la amígdala primero extrae la relevancia emocional y luego envía esta información al hipocampo para ser procesada como un recuerdo”. Lin también explica lo que esto significa para las opciones de tratamiento y cómo su estudio podría impactar el desarrollo de nuevas terapias para los trastornos psiquiátricos.
“Este es el primer estudio en humanos para delinear el mecanismo por el cual nuestro cerebro procesa el miedo a nivel de circuitos. Esto tiene enormes implicaciones para el tratamiento de los trastornos neuropsiquiátricos. Por ejemplo, los medicamentos actuales disponibles para tratar el trastorno de ansiedad se unen a grandes áreas del cerebro, lo que lleva a efectos secundarios no deseados. Nuestra esperanza es que algún día podamos dirigirnos y manipular el circuito preciso de la amígdala-hipocampo involucrado en el procesamiento de emociones negativas mientras se preservan las positivas”, Dr. Jack Lin.